martes, 21 de junio de 2016

Mucho ruido y pocas nueces




Por E. Nabal Aragón –militante LGTB

Vaya por delante, que Dios me libre de defender al Orgullo Oficial LGTB que recorre las calles de Madrid y que ha convertido en una macro fiesta empresarial lo que empezó siendo una jornada de lucha y más, viendo el resultado y los alarmantes retrocesos, debería volver a serlo.

Cosas como el “Orgullo Indignado” o “Alternativo”, ninguneadas por los políticos al uso, son cada vez más necesarias cuando se frivoliza con temas como la violencia machista, lesbo y homofóbica para no espantar las divisas del turismo. En fin, pero lo más llamativo de todo es que ahora Manuela Carmena se dispone a multar al Orgullo Gay, en el que ella iba en cabeza junto a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, porque tanto ruido superó lo permitido por las ordenanzas municipales. A esta izquierda-  casi incapaz de renovarse en temas de diversidad sexual- le acaba saliendo la vena más arcaica cuando se trata de referirse a cuestiones LGTB. Aquí y allí solo somos una parte del electorado. Se ha hecho muy poco contra la transfobia en los centros de trabajo, ahora en campaña electoral  apenas se nos menciona, y el hecho de que las izquierdas se confundan pidiendo lo mismo para nosotros/as no dice mucho en su favor. Pancartas inocuas y marcianos llamamientos a una “normalidad” que no existe. 

Nosotras acusamos que tras ese ruido algo hortera pero legítimo (anda que no hacen ruido mucho más contaminante las manifestaciones fascistas autorizadas en Madrid, las celebraciones futbolísticas  o las fallas de la oronda doña Rita Barberá) oculta un silencio preocupante, no solo de la derechona ligada a la Iglesia sino de gente como Carmena que sigue en una posición amable y tolerante pero que si bien les daría pudor verse vinculados a la secta de la “hembra en casa y con la pata quebrada” apenas hacen casi nada para que no recorten nuestra pluma y pisoteen con violencia nuestros derechos. Es como cuando una pareja gay o lesbiana se besa en un bar, siempre parece que se están pasando, porque son una pareja gay o lesbiana. Las ofensas simbólicas no son tan brutales como las declaraciones criminales de la Iglesia oficial pero son más dolorosas cuando vienen de gente progresista que, después de tantos años guardando un silencio cauteloso, ahora se multa también a si misma por hacer demasiado ruido. Para algunos han hecho demasiado poco. La pena es que ese ruido fuera el chunda-chunda de una discoteca y no fuera dirigido a unas autoridades que se hacen las sordas cuando les hablas de la discriminación, del exilio rural, de que Cristina Cifuentes no se ha gastado un duro en prevención de VIH, en que los despidos y las agresiones en las calles no hacen sino crecer, aunque algunos colectivos hipersubvencionados callen por conveniencia. Pero ese silencio suyo como el de otros es mucho mas escandaloso que el ruido de una manifestación que hace tiempo que dejó de serlo porque los políticos de postín y los intereses empresariales se encargaron de desactivarla. Mucho ruido y pocas nueces, señora Carmena.

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